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Cigarette, trench y tacones aguja. Surca el espacio sobre una montura alada en croco rojo, verde y naranja. No resigna elegancia: nótese que cabalga a la amazona, fiel al protocolo y al decoro. Sin perder esa apostura, blande un arma de rayos láser. Ahora que se volvieron realidad las pesadillas apocalípticas de la posguerra, un alien ciclópeo y hercúleo amenaza destruir el último baluarte de civilización... Allí, indefensos, yacen una caja de cigarros (u$s 7.200), un carré de 90 centímetros (u$s 520), un cinturón metálico (u$S 2.675), una cartera Jypsiere (u$s 9.700). También peligra, acullá, la joya de la corona: una Kelly Bag (u$s 11.170). ¿Y el blondo, en actitud capituladora? Pues, asumámoslo: es lo de menos. Porque nuestra heroína de historieta —valquiria nuclear, gladiadora interestelar, guerrera todopoderosa— ya no cree en cuentos de hadas. Y, si hubiera globo de diálogo, diría, como moraleja de esta fábula de ciencia ficción: "Los bolsos de Hermès son el último artículo de auténtico lujo en la industria del lujo. Ellos son, desde siempre, los elegidos por aquellos que pueden elegir". The end.
La definición corresponde a Dana Thomas, periodista autora del best seller Deluxe: How luxury lost its luster (Penguin, 2007), una investigación sobre los orígenes y desafíos de una industria que cerró 2013 con una facturación de 217 mil millones de euros, según consigna Luxury Goods Worldwide Market Study, último informe disponible de la consultora Bain & Company, publicado en octubre pasado. Y vaya si esa máxima resume el argumento de Amazon of Space, la instalación del arquitecto y artista plástico Dino Bruzzone que, desde mediados de mayo y hasta principios de septiembre, viste los escaparates de la flagship store de Hermès en avenida Alvear.
"A 10 años de su lanzamiento en la Argentina, la iniciativa Vidriera de Artista - Carte Blanche se mantiene fiel a nuestro afán de brindar calidad y sorpresa. En esta edición, Bruzzone nos invita a participar de un universo lúdico inspirado en aquellos cómics utópicos de los años ‘50, donde surgen nuevos héroes y valores ante la necesidad de luchar contra lo desconocido", definió Paula González Magrane, directora de Hermès Argentina, durante la preview exclusiva para prensa celebrada, espumante y macarons by Jean Paul Bondoux mediante, una brumosa mañana otoñal.
Articulada en cuatro escenas, la propuesta de Bruzzone sorteó varios desafíos: conjuró las fronteras entre vitrine y tienda al concebir una escenografía 3D en cuyos pliegues conviven texturas y escenas diversas; integró en su guión —versión glam del relato kitsch del cine Clase B— los productos disponibles en la boutique porteña; expresó los valores de tradición que identifican a la maison fundada en 1837 con el lenguaje propio del arte de vanguardia... Et voilà! El cotizado Bruzzone logró plasmar uno de los grandes objetivos de gestión de González Magrane: "Mi obsesión es acentuar la faceta de contemporaneidad de la marca entre los consumidores argentinos. Aquí, nos identifican únicamente con el savoir faire, resultado del talento transmitido a través de 6 generaciones de artesanos. Pero Hermès también es modernidad. En ese equilibrio está el espíritu de la marca". Según el storyboard del artista, inspirado en El mito de la diosa, de Anne Baring y Jules Cashford, "una red cósmica vincula entre sí lo manifiesto y lo oculto, porque todo forma parte de la santidad, de la fuente original".
En la esquina de Alvear y Ayacucho, acaba de abrirse el portal hacia esa dimensión desconocida de la brand que —Thomas dixit— "es codiciada no porque esté de moda, sino porque nunca pasa de moda".