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Según un informe elaborado por Bain&Company y el Foro Económico Mundial, hasta 2040 los países que no pertenecen a la OCDE tendrán que pasar de aproximadamente US$240 mil millones anuales en inversiones a cerca de US$495 mil millones para así satisfacer la creciente demanda y atender los objetivos de la política energética, invirtiendo más de que lo que tienen presupuestado los países de la OCDE.
Según Bain, las economías de rápido crecimiento impulsarán la mayor parte de la demanda de nueva generación de electricidad en las próximas décadas, lo que resulta un cambio del modelo tradicional donde las economías más ricas del mundo dominaban la nueva inversión y el desarrollo en la generación de electricidad, distribución y transmisión. "Históricamente, el sector público ha suministrado alrededor del 70% de la inversión de electricidad en países no pertenecientes a la OCDE, pero el juego ha cambiado. Estos gobiernos podrían caer muy por debajo de suministrar los fondos necesarios para satisfacer la creciente demanda de energía" agregó.
En respuesta, estos países están recurriendo a inversionistas nacionales e internacionales para financiar su creciente apetito por la electricidad y cerrar las brechas con los mercados desarrollados. Este es un desafío ya que la mayor parte de los mercados no OCDE tienen un surtido historial en atraer a los inversores privados, que suelen ser cautelosos de los rendimientos volátiles y las políticas y regulaciones opacas, explicaron los desarrolladores del informe.