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Un mundo con "sobreabundancia de capital" que busca las mejores condiciones globalmente, en el que el desempleo y la desigualdad serán problemas clave para muchas economías y que tiene en China una superpotencia, pero no un segundo Estados Unidos.
Así lo describe Karen Harris, directora del Grupo de Macrotendencias de Bain & Company, que se encarga de desarrollar los insights de la compañía sobre macroeconomía global, tendencias sociales macro y geopolítica y su impacto en el mundo de los negocios. "Hay una especie de tsunamis financieros que están buscando retornos en todo el mundo", afirma la especialista.
Harris señala que, más allá de los "enormes activos" de la Argentina, "los controles que impone el país a ese capital crean una limitación al interés de los inversores". Y advierte que la incógnita crucial que sobrevuela entre los hombres de negocios atentos a las oportunidades que se presentan en el mundo es si va a haber aquí estabilidad jurídica para los contratos. "Las circunstancias locales son las que dictan si los inversores piensan que se compensa el riesgo con los posibles retornos", señala.
Harris es optimista cuando mira a América latina, pero también cautelosa: "Desde la perspectiva del largo plazo hay un punto de vista positivo. No quiere decir que van a venir las inversiones ya, pero en un período de 10 años por ahí sí lo hacen", se anima. Tras señalar que uno de los mayores desafíos de las multinacionales es hoy "contar con gerentes talentosos" -el crecimiento chino, alerta, se llevó a muchos de ellos a trabajar allí-, defiende la permanencia triunfante del capitalismo después de la crisis financiera global de 2008. Lo hace con una frase de la película Argo, ganadora del Oscar en 2013: "Ésta es la mejor mala idea que hemos tenido".
-¿Cuáles son las áreas más beneficiadas por las variables de la economía global actualmente?
-Tendría que dividirla en lo que llamamos la economía real y la financiera. En la economía real, estamos hablando del crecimiento del PBI en la salud de la economía de base. Allí, el punto más brillante hoy es claramente Estados Unidos, que está recuperándose de la crisis financiera global. Hay cuatro tendencias que impulsan esa recuperación: una es que limpiaron el lío; es decir, que están recuperando el sistema financiero, gracias a las acciones de la Fed [Reserva Federal], al tiempo que recuperan la clase media y los precios de las viviendas. La segunda tendencia es la parte demográfica del país, que es favorable, porque tenemos 76 millones de baby boomers que se están jubilando, pero 81 millones demillennials que están empezando a entrar a la fuerza de trabajo en este momento. La tercera es la energía barata. Y, finalmente, la cuarta está conformada por las innovaciones y las tecnologías que son transformadoras. Entonces, Estados Unidos es el que se destaca.
-¿Y qué ven desde el punto de vista de la economía financiera?
-Del lado del balance o de la economía financiera, las investigaciones de Bain muestran que estamos en un estado de sobreabundancia de capital. Esta especie de tsunamis de activos financieros están buscando retornos en el mundo; entonces, cualquier compañía que tenga una buena idea va a tener más capital a disposición que el que haya tenido en otro momento histórico. Por supuesto que hay circunstancias individuales que detienen esto; aquí, en la Argentina, los controles de capital crean una limitación al interés de los inversores, pero en general, globalmente, es un tiempo de mucha fertilidad.
-¿Qué otros obstáculos observa que hay en la Argentina para la llegada de capitales?
-La Argentina tiene enormes activos y cosas positivas que la hacen muy atractiva. He almorzado con veinte ejecutivos que han trabajado en todo el mundo y que tienen buenas ideas. Pero la pregunta crucial es si va a haber estabilidad jurídica para los contratos. Son los obstáculos que se encuentran en todas las otras economías y las circunstancias locales dictan si los inversores piensan que se compensa el riesgo con los posibles retornos. Siempre hay desafíos que hay que enfrentar.
-Dentro de un contexto en el que va a haber mucho capital disponible, ¿qué rol van a tener los países emergentes?
-Hay un rol enormemente importante. Cuando uno piensa en qué ha hecho esta sobreabundancia de capital, ve que ha creado un crecimiento mayor del capital que de la economía real, y esto ha bajado las tasas de interés. Así que los retornos son más bajos. Entonces, los inversores que necesitan encontrar una serie de retornos van a tener un fondo de pensiones que necesita crear beneficios y encontrar inversiones para compensar eso. Y las economías emergentes tienen una tasa de crecimiento subyacente que es mayor que en las economías más antiguas; el riesgo es mayor, pero el potencial de retorno es más alto también, entonces hay un interés en los mercados emergentes, y sólo es cuestión de encontrar las oportunidades.
-En América latina, hay países que han abierto sus economías mientras que otros las cerraron. ¿Qué piensa que puede suceder en uno y otro caso?
-Es más fácil obviamente tener acceso a una economía abierta que tener una inversión privada en una economía cerrada. No estoy diciendo nada nuevo. Éste es un tiempo que perdona bastante, porque hay mucha necesidad de inversiones, entonces los cambios se van a apreciar más positivamente que en el pasado por la superabundancia de capital. Eso crea más volatilidad, pero también más oportunidades para el impacto positivo.
-Respecto de los cambios demográficos, y dado que hay muchos jóvenes que no logran entrar al mercado laboral, ¿el desempleo puede ser el gran problema en los próximos años?
-Eso va a depender del mercado. En los Estados Unidos no hemos llegado al pleno empleo después de la crisis, así que aún hay muchas oportunidades; a tal punto que no hay una coincidencia entre las destrezas y los puestos de trabajo. Pero en general el mayor desafío nacional que nuestros clientes y multinacionales ven hoy es contar con gerentes talentosos. El crecimiento de China en los últimos 20 años ha absorbido un montón de talentos de todo el mundo. En los últimos cinco años muchos se han mudado allí para conseguir un mejor trabajo, así que eso ha quitado a esos talentos de otros lugares. Hay que tener en cuenta que cualquier compañía tarda 10 años en crear un buen gerente. Hoy las multinacionales piensan cómo hacer para que sus buenos gerentes no se vayan de la empresa.
-¿Qué nos espera en la próxima década en cuanto a la desigualdad que se ha instalado en buena parte del mundo?
-Uno de los impulsores de la desigualdad es que a medida que la gente envejece acumula más riquezas. En la clase media, no en las más bajas, el pico de gasto se produce a los 46 años. Es a esa edad cuando recién se van los hijos de casa, pero uno sigue trabajando y está en un momento muy productivo, entonces uno genera más riqueza y gasta menos. Esto va a crear una desigualdad de ingresos respecto de la gente que recién empieza. Además, como la gente vive más, si antes se heredaba a los 30 años, ahora se hace a los 50. Entonces, a menos que haya mecanismos para cambiar esto, la tendencia natural va a ser crear desigualdad de riqueza. Otro factor que va a impulsar esto es la diferencia salarial entre la gente cuyo puesto de trabajo se puede negociar en el mercado mundial versus los que no se pueden negociar. Si uno es barista en un café, el único diferenciador que puede aportar es estar ahí en ese momento. En cambio, si uno es profesor, tiene mayor poder de negociación. Así que, no sé lo que va a pasar, pero hay algunas tendencias que impulsan la desigualdad, que son naturales.
-Ya hay una carga muy grande para los que aportan a la jubilación, que son cada vez menos, y los que reciben esa jubilación, que son más y viven más años...
-Por cierto, cada vez menos trabajadores están sustentando a más jubilados, a los que es difícil quitarles los beneficios. Esto se corregirá con el tiempo. Los trabajadores con buenos ingresos de 30 o 40 años tienen muy poca expectativa de recibir el seguro social, pero sí tienen esa expectativa quienes han llegado a los 60 años con esa idea. Por eso, decirles a estos últimos que no van a recibir la pensión es más complicado. Creo que la carga para los que hoy aportan va a generar más problemas, pero va a depender también de cómo gestione su sistema de pensión cada país. Hay que ver si la carga se agranda o si los derechos adquiridos se reducen.
-¿Cómo se están adecuando las empresas a todos estos cambios?
-Creo que depende del entorno. Algunas son multinacionales más ágiles que piensan en su fuerza laboral y ven cómo obtener lo máximo de ella. En el Reino Unido, muchas menos mujeres son graduadas universitarias en relación con los hombres. Entonces, ¿cómo se mantiene a estas mujeres en la fuerza laboral, cuando tienen hijos? Hay industrias, como la ingeniería aeroespacial, donde hubo un período de años en el que muy pocos ingenieros se dedicaron a eso, entonces hay un hueco en esa área. Se está pensando en flexibilidad de horarios, por ejemplo. Todo esto va a ayudar a las compañías a adaptarse mejor.
-¿Cómo ve el avance de China en la economía global?
-No creo que tener a China como superpotencia sea algo malo para el mundo. Respecto de la defensa, Estados Unidos sigue siendo más poderoso. Pero desde el punto de vista económico, China es más grande que los Estados Unidos en poder adquisitivo. Creo que todavía falta mucho para que China sea un segundo Estados Unidos, si es que eso alguna vez sucede. Ninguna economía ha superado la trampa de los ingresos medios, como se la llama. Singapur y Corea lo hicieron, pero son sociedades más pequeñas.
-¿Cómo ve a América latina como región?
-Es difícil generalizar. Brasil claramente está luchando con el final del superciclo económico impulsado por las commodities que exportaba a China. Ahora eso se terminó. Además, está luchando con el escándalo de Petrobras. Aparte de eso hay una desaceleración fundamental. La Argentina tiene sus propios desafíos económicos. Chile es un poco distinto. Colombia tiene algunas reformas interesantes. Lo que está pasando en México también es interesante. Por lo general, hay muchos signos positivos. Desde la perspectiva de largo plazo se puede tener un punto de vista muy positivo. No quiere decir que van a venir las inversiones ya, pero en un período de 10 años por ahí sí lo hacen.
-¿Qué futuro ve para los países que dependan sólo de la exportación de materias primas?
-Depende de la materia prima. Es un verdadero desafío. Con una superabundancia de capital, las commodities se están portando cada vez más como activos financieros. Muchos de los movimientos en la crisis mundial probablemente sean atribuibles a las inversiones financieras que tuvieron al petróleo como activo y no como commodity o por la necesidad de oferta y demanda. ¿Hay necesidad de alimentos? Sí, por supuesto. ¿Va a beneficiar eso a todos los países por igual? Eso va a depender de lo que pase con los rindes y los precios. Yo creo que un superciclo como el que hemos tenido suele traer crisis después. Pero eso no significa que la exportación de commodities no sea un buen lugar para empezar, la cuestión es qué se hace después con los beneficios. Cuando se pierde esa oportunidad, después puede ser difícil para esa economía afrontarlo.
-Bueno, aquí hay muchos que creen que la Argentina no ha aprovechado bien ese superciclo de las commodities. ¿Cómo lo ve usted?
-No soy una experta en la Argentina. Es un país con mucho talento en el área delmanagement, que es algo que escasea en el mundo. Tiene recursos naturales. Buenos Aires es un hermoso lugar para vivir, tiene otra calidad, es un muy buen lugar desde el cual llegar a otros mercados de la región. En un entorno estable, nadie se negaría a venir acá. Claro que hay muchos desafíos a corto plazo.
-El capitalismo no cayó con la crisis financiera internacional, como auguraban algunos, pero ¿en qué estado quedó?
-Me parece que hubo una sensación en ese momento de que la respuesta era el capitalismo auspiciado por el Estado, con China como ejemplo de sistema sustentable. Pero claramente se vio que ése no era el camino. Si uno está en un programa económico liderado por las inversiones, puede impulsar el gasto gubernamental y puede ser muy eficaz que ese gobierno pueda emitir cheques y decir cómo se gastará esa plata. Pero cuando uno tiene una economía más impulsada por el consumo, esto es más difícil, porque se necesita que los hogares tomen las decisiones, y para eso éstos tienen que tener seguridad, sentirse cómodos con el gasto. Yo creo que el capitalismo no cayó. Esta pregunta me hace acordar a una frase que se dice en la película Argo: "Ésta es la mejor mala idea que hemos tenido".
MANO A MANO. LA VUELTA AL MUNDO EN CIEN DIAS, CADA AÑO
Karen Harris pasa cien días por año viajando y visitando las economías de cinco continentes, algo que le da una imagen global de lo que sucede en el mundo y un mapa de las tendencias que impulsan el crecimiento y sus distintos impactos en cada área geográfica. Su misión es, precisamente, asesorar a sus clientes sobre la conveniencia de tomar tal o cual decisión dentro de sus empresas. Harris deja traslucir todo este bagaje durante la entrevista. Habla muy suelta y de forma simpática, pero es igualmente cuidadosa a la hora de opinar sobre la situación argentina. Aun así, no deja de dar su punto de vista sobre lo que considera que son obstáculos para atraer inversiones al país. Harris estudió Economía y Relaciones Internacionales en Stanford, y tiene un MBA en Harvard Business School y un JD de la Escuela de Derecho de Columbia. Aparece regularmente en varios de los principales medios de comunicación del mundo, como The Wall Street Journal, Financial Times , Forbes , Economic Times de India, Caijing China y CEO Forum Australia, Bloomberg Television y Global Entrepolis Singapur.
UN FUTURO POSIBLE, SEGÚN HARRIS
¿Puede el retorno a la manufactura generar trabajo genuino en los Estados Unidos?
En los Estados Unidos, existe actualmente cierta euforia por la idea de volver a ser un país manufacturero. Entienden, entre otras cosas, que ese cambio les devolverá el control sobre la información que rodea a cada producto. Sin embargo, la forma en que se piensa instrumentar incluye la utilización de robots en varias áreas que antes eran operadas por personas, lo que ha encendido la alarma entre algunos especialistas. Harris no duda en responder: "Creo que la cuestión no es tanto el retorno de las industrias a los Estados Unidos, sino si eso va a generar trabajo genuino. La prensa ha hablado mucho sobre cuántos puestos de trabajo van a ser reemplazados por robots. Yo creo que la robótica va a ser una enorme industria en las próximas décadas en el país, pero los robots todavía no tienen autonomía como para sacarse una llave del bolsillo. Los autos autónomos, por ejemplo, todavía no tienen la destreza que tiene un conductor humano. Creo que va a haber aún varios obstáculos en el reemplazo de la fuerza laboral por los robots.