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Nueva York, 05 de septiembre de 2023 - Aunque las inversiones comprometidas en todo el mundo distan mucho de alcanzar el capital anual necesario para llegar a cero emisiones netas en 2050, el capital en sí no es necesariamente el factor limitante en la transición energética. Está disponible en la mayoría de las industrias energéticas y de recursos naturales, pero en lugar de reinvertirse en áreas de crecimiento con bajas emisiones de carbono, un porcentaje cada vez mayor se devuelve a los accionistas. En el sector del petróleo y el gas, por ejemplo, solo el 43% del capital se reinvirtió para el crecimiento en 2022, frente al 58% en 2018. El sector minero reinvirtió el 44% en 2022, por debajo del 56%. Estas son algunas de las conclusiones del Informe Global ‘Energy and Natural Resources’, de Bain & Company.
En los servicios públicos, la proporción de capital reinvertido para el crecimiento es constante y los gastos de capital están aumentando, pero aún no es suficiente para modernizar y ampliar completamente la red para los niveles objetivo de energía renovable y electrificación.
El informe revela que sólo el 19% de los ejecutivos del sector de la energía y los recursos naturales encuestados considera que la escasez de capital es un obstáculo para la expansión de empresas con bajas emisiones de carbono. Sus principales preocupaciones son el rendimiento de la inversión y la disposición a pagar de los clientes, que el 78% de los ejecutivos considera el principal obstáculo a la descarbonización.
‘Las ambiciones de transición energética exigen una inversión sin precedentes en muchos sectores y, hasta ahora, el gasto de capital se está quedando muy rezagado’, afirmó Joe Scalise, director mundial del área de Energía y Recursos Naturales de Bain & Company. ‘Lejos de tratarse de una cuestión de “pólvora seca” o de disponibilidad de capital, se trata de una cuestión de valor para el cliente, de voluntad de pago y de capacidad de los responsables políticos y los reguladores para establecer las reglas del juego que generen rendimientos suficientes’.
Las matemáticas al servicio de la transición energética
Según el análisis de Bain, suponiendo un coste medio del capital del 10%, cada 1,000 millones de dólares de capital invertido requiere unos 160 millones de dólares de ingresos de los clientes cada año. El problema es que, aunque a los consumidores les preocupe el cambio climático, quizá no estén dispuestos a pagar facturas más altas para ayudar a combatirlo. Según encuestas recientes de Bain, menos de la mitad de los consumidores de EE. UU. y la UE están dispuestos a pagar inclusive un pequeño aumento de su factura eléctrica residencial o del precio del combustible para reducir las emisiones. En cambio, prefieren subir los impuestos a los hogares ricos, lo que sugiere que los consumidores creen que el gobierno debería intervenir para bajar los precios de las nuevas tecnologías en las facturas de los consumidores.
Los cuellos de botella y la escasez determinan el ritmo y los beneficios de la transición energética
Ver la transición energética a través del prisma de los cuellos de botella y sus escaseces resultantes puede ayudar a las empresas a detectar oportunidades de negocio y marcar el ritmo de la transición. La escasez rige el acceso a los recursos, las infraestructuras, los flujos de materias primas y los fondos de beneficios. Cuando la demanda supera a la oferta, se crean rentas económicas que inducen a invertir para paliar la escasez.
La escasez condicionará e inhibirá las decisiones de inversión a medida que las empresas busquen acceso a personal calificado, capacidad de fabricación y procesamiento, materias primas y otros insumos. Por ejemplo, el mundo no está extrayendo suficientes metales y minerales esenciales para que las tecnologías de energías renovables cumplan los objetivos de producción neta cero. El análisis de Bain muestra que la producción de níquel y cobalto debe duplicarse, mientras que la de litio debe multiplicarse por siete. Las previsiones de Bain sobre la oferta de gama alta anticipan déficits significativos.
En el caso de la escasez de ingresos -no tener suficiente demanda o clientes dispuestos a pagar para generar rendimientos al capital- la única otra fuente importante de financiación serían los gobiernos (contribuyentes). Esto podría adoptar la forma de alternativas fiscales, subvenciones que alivien el costo de producción o financiación directa.
Según un estudio de Bain, 125 de las principales empresas de energía y recursos naturales por capitalización bursátil siguen aumentando, modestamente, el capital asignado a áreas de crecimiento con bajas emisiones de carbono. Sin embargo, el desarrollo de nuevos sistemas e infraestructuras energéticas a un ritmo cercano al previsto para la transición puede llevar la capacidad de la cadena de suministro más allá del punto de ruptura, espoleando la transformación en algunos casos. Las ambiciones de transición energética exigen un crecimiento récord en muchos sectores.
EE. UU. tendría que duplicar con creces su capacidad de transmisión de energía, frente al crecimiento de alrededor del 1% anual de la última década, para alcanzar todo el potencial de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) estadounidense. Y para mantener el rumbo hacia el objetivo de calentamiento de 1,5 grados centígrados a finales de siglo, el crecimiento anual de la capacidad de transmisión tendrá que aumentar hasta situarse entre el 5% y el 6%.
Exceso de confianza y falta de preparación
La investigación de Bain muestra que los ejecutivos de los sectores de la energía y los recursos naturales pueden estar confiando demasiado en su capacidad para gestionar los impactos físicos del cambio climático. Casi todos los ejecutivos encuestados por Bain afirmaron tener mucha o bastante confianza en su capacidad para gestionar estos riesgos, pero con el aumento de la gravedad de los fenómenos relacionados con el clima, será necesario realizar trabajos e inversiones adicionales.
El informe de Bain indica que la gente no suele evaluar con precisión la magnitud y la probabilidad de sucesos poco frecuentes, como los efectos físicos del cambio climático, ya que la mayoría no los ha experimentado de primera mano. Ignorar los escenarios de alto riesgo es, cada vez más, una estrategia miope. El tumulto de los últimos años deja claro que es probable que la transición energética y de los recursos naturales sea más desordenada, incluso caótica.
En otros aspectos de la resiliencia, los ejecutivos están más preocupados. Por ejemplo, menos de uno de cada cinco confía plenamente en su resistencia a los cuellos de botella en la cadena de suministro, que probablemente se agudizarán a medida que las nuevas empresas con nuevas demandas de suministro -como las nuevas materias primas para el reciclaje o los biocombustibles- intenten crecer. Alrededor del 40% de los encuestados afirma que invertir en la capacidad de recuperación de la cadena de suministro es una de sus principales prioridades para los próximos tres años, lo que supone un aumento del 10% en comparación con los últimos tres años. El número de encuestados que pretenden invertir más en la sostenibilidad de la cadena de suministro también aumentó un 3%.
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